sábado, 24 de julio de 2010

Casi un año de distancia y aún

i
Ayer nos encerramos en un cuarto.
Por la ventana diminuta y enrejada se dejaban ver los edificios y las luces del día.
La música dejó de sonar por un momento.
Enmudecimos. Y como arrastrados por la violencia nos dejamos caer, amarrados de frente, tocándonos las espaldas deshaciéndonos del ultraje de los días…
Caímos, y el lugar se hizo grande y nos perdimos embebidos por el alcohol de nuestras palabras que rozaban tan suavemente.
El calor nos despojó con sus sudores de llanto hambriento
y fuimos una sola cosa
aplastados por el peso de las verdades,
corroídos por lo impío de las noches.
Simples, ajenos
movimos por el sonido de los cantos
vimos pasar lentamente los minutos…




ii
Escuchamos que el gallo cantaba… y aún así seguimos durmiendo.
Los ojos entrecerrados ocultaban una lábil ansiedad y el delirio.
Cuánto tiempo pasó desde aquella vez en que hacíamos el amor a la luz de una pequeña ventana semiabierta…
Hoy me tomaste fuerte contra tu frágil cuerpo de desamparo y yo te sujeté firme las manos para que no te fueras nunca más.
Afuera el sol golpeaba las puertas, y adentro, nosotros, inmóviles.
Cada respiro iba moldeándonos como dos etéreos niños, y el calor iluminaba los párpados, los cabellos, los puños aquilatados del pudor constante.
Me miraste por entre la rendija de las sábanas y sonreíste.




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