Voy a agrietarme hasta
el sexo
que se me caen como
babas las mitades que
te di.
Un estado de putrefacción
es lo que alcanzo a
prestarte, que no tengo
más leches que las que
me salen por los ojos.
Te supongo en cuclillas,
hundiéndome la súplica
y aventándome la impaciencia
desde el hambre,
cuando casi ya no
sé cómo pedirte que
me apuntes para
atravesarme.
No estoy en tu cuerpo
todavía. Soy la punta
de tu espalda parpadeándole
un respiro
al dios.
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